martes, 15 de mayo de 2012

Marruecos quiere forzar la destitución de Ross. ¿Tendrán que ver las recientes elecciones argelinas?


Parece que a Marruecos no le vale la equidistancia de Ross como mediador,  ni su aportación  al  último informe presentado por el Secretario General  ante el  Consejo de Seguridad. Parece sintomático que esta visita de El Othmani a Nueva York se haya  producido  tras las elecciones en Francia y Argelia. Parece que todavía no se acaba de fiar de que Hollande vaya a defender sus intereses con la misma beligerancia que habian mostrado  hasta ahora Chirac y Sarkozy. Por otro lado las elecciones argelinas han supuesto un fracaso para las aspiraciones marroquíes: por un lado esperaban que un hipotético triunfo islamista permitiese acceder al poder a una fuerza  que pudiese ser hostil al Frente Polisario y por otro lado, al vencer una opción laica en unas elecciones libres Marruecos y sus aliados no pueden presentar  a Argelia como un apestado en el concierto internacional y reforzar su posición sobre el conflicto del Sáhara. Ahora, Marruecos quiere destituir a Ross  porque una equidistancia entre las partes para una solución que prevea la autodeterminación ya no le vale. Quiere simplemente aprovechar este año la ventaja de ser miembro en el Consejo de Seguridad para tratar de imponer su solución unilateral. El Frente Polisario deberá estar atento ante los pasos de un enemigo que este año va a poner toda la carne en el asador  para laminarlo del concierto internacional.

Marruecos ha emprendido una campaña contra el diplomático estadounidense Christopher Ross, enviado del secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, para el Sáhara Occidental, con vistas a obtener su renuncia o su destitución, un objetivo que probablemente logrará, señalan fuentes diplomáticas.
En ministro de Asuntos Exteriores, el islamista Saad Eddine el Othmani, ha viajado a Washington, Nueva York y París para “manifestar el descontento con los últimos desarrollos e informes” de Ross. “Estamos insatisfechos con el trabajo del enviado de la ONU que ha sido parcial”, añadió el ministro en una entrevista con el diario de Casablanca Akhbar al Youm. “Ahora pedimos al Consejo de Seguridad que ponga las cosas en su sitio” porque Ross “intentó introducir temas que no son de su competencia (…)”.
Estas palabras de El Othmani equivalen a un rechazo de Marruecos a seguir colaborando con Ross lo que hace insostenible que continúe adelante con su misión. Para guardar las formas es probable que Ban Ki-moon le mantenga aun un tiempo en su cargo, pero dentro de unos meses acabará prescindiendo de sus servicios.
En el informe que Ross remitió a Ban Ki-moon sobre el Sáhara y que este presentó al Consejo de Seguridad de la ONU tras hacer algunas modificaciones favorables a Marruecos, se acusaba a Rabat, en términos velados, de espiar a la Minurso, el contingente de Naciones Unidas desplegado en la antigua colonia española.
En el documento se lamentaba además que el acceso de la población local al contingente de la ONU “esté controlado” por Marruecos. “(…) la presencia de la policía marroquí fuera del complejo habitacional [de la ONU] desanima a los visitantes a acercarse a la Minurso”, añadía.
En el texto del informe, ni en el de la resolución posterior, no se recogía, en cambio, la vieja aspiración del Frente Polisario, el movimiento que lucha por la independencia del territorio, de encargar a la Minurso la vigilancia del respeto de los derechos humanos en el territorio como hacen otros contingentes de paz en otros lugares del mundo.
Pese a ello El Othmani expresó su descontento con la resolución que contiene varios “puntos que perjudican a Marruecos”. Sorprendentemente, Marruecos, que se actualmente miembro del Consejo de Seguridad, votó a favor de esa resolución que fue aprobada por unanimidad el 24 de abril.
La prensa oficialista marroquí lleva días atacando al enviado de Ban Ki-moon. “Llegó la hora de la salida de Ross y de la búsqueda de responsables más ecuánimes y serios”, titulaba, por ejemplo, en portada el diario Al Alam, órgano del partido gubernamental Istiqlal.
Es la segunda vez que Marruecos veta a un emisario de la ONU. En 2004 ya forzó la renuncia del ex secretario de Estado de EE UU, James Baker. El entonces ministro de Exteriores marroquí, Mohamed Benaissa, achacó su dimisión a “la tenacidad de la diplomacia marroquí”.
Baker fue sustituido por el diplomático holandés Peter van Walsum quién a su vez renunció a su cargo mediante una tribuna publicada en EL PAÍS tras ser rechazado por el Polisario.

Fuente: El País

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