La ONU cambia su estrategia en el Sahara Occidental: La clave serán los recursos naturales
Naciones Unidas, incapaz ante el conflicto del Sahara Occidental, ha cambiado de estrategia. Rechaza la posición de ambas partes, ni autonomía ni referéndum, e insta a acordar la gestión de la explotación de los recursos naturales como primer paso para avanzar. Christopher Ross reconoce en una entrevista que “la ausencia de crisis inminente priva a este conflicto de la atención de la Comunidad Internacional”. Ross concluye que “la violación de los Derechos Humanos cada vez es más grave”.
Naciones Unidas, incapaz ante el conflicto del Sahara Occidental, ha cambiado de estrategia. Rechaza la posición de ambas partes, ni autonomía ni referéndum, e insta a acordar la gestión de la explotación de los recursos naturales como primer paso para avanzar. Christopher Ross reconoce en una entrevista que “la ausencia de crisis inminente priva a este conflicto de la atención de la Comunidad Internacional”. Ross concluye que “la violación de los Derechos Humanos cada vez es más grave”.
Naciones Unidas ha visto en el dinero, en la explotación de los recursos naturales del Sahara Occidental, cada vez más cotizados, la forma de avanzar en la resolución del conflicto que sostiene a miles de personas desplazadas desierto adentro y un estado de sitio para los ciudadanos saharauis que viven en el Sahara Occidental, conocido por ellos como Territorios Ocupados. Hasta el momento la gestión de los recursos naturales la hace Marruecos.
En 2004 Naciones Unidas desistió de elaborar planes para que las partes cumplieran con los mismos y optó por dejar a Marruecos y la RASD que negociaran y acercaran posiciones ejerciendo únicamente como supervisores, junto a Argelia y Mauritania, convidados que no han sido de piedra. Pero ambas partes mantienen posiciones que Naciones Unidas considera que son excluyentes y además Ross mantiene que “una de las partes ha elaborado un plan propio alejado de las propuestas que hacía Naciones Unidas para la resolución del conflicto”.
La primavera árabe y la “ausencia de una crisis inminente priva a este conflicto de la atención de la comunidad internacional”, según Ross, por lo que el mismo “no puede seguir estancado en el tiempo”. El Sahara Occidental, “una ex colonia de España del tamaño de Gran Bretaña”, deberá canalizar su futuro a través de “la gestión de los recursos naturales y el desminado del territorio”, según Ross como primeras medidas para avanzar hacia una solución definitiva. La política quedaría relegada a una solución más económica y de seguridad. El referéndum pasaría a ser menos importante que el titular del contrato.
Para las partes, siempre en palabras de Ross, “el riesgo es la renovación de hostilidades, el brote de descontento popular y el reclutamiento de saharauis frustrados y desempleados en grupos terroristas y criminales”. También menciona que hay costos “humanitarios para los refugiados y violaciones de los Derechos Humanos, además del gasto que supone mantener a las fuerzas militares”. Pero sobre todo, Ross hace énfasis que uno de los mayores costos para las partes y para la comunidad internacional es “la incapacidad para planificar el uso de los recursos naturales del Sahara Occidental de una manera apropiada”.
Para la región, el riesgo es “una escalada militar y la posibilidad del aumento de la actividad terrorista”, algo que le preocupa, pero vuelve a poner en el centro el argumento económico: “Se pierden beneficios la falta de integración económica”. Ross cita la caída de Gadaffi como fuente de recursos militares en la zona.
“Hay personas que piensan que el conflictó aún no está maduro”, asegura Ross, aunque los acontecimientos recientes “podrían alentar a las partes a iniciar un proceso más serio de negocicación”. Argumenta Naciones Unidas que han detectado “más descontento en los jóvenes” y también más activismo por “la unidad del Magreb”, hechos que considera que pueden desatascar el entuerto.
Del resto de países del Magreb Ross espera que de una vez por todas vean “los beneficios para todos y ayuden a encontrar una solución a la tragedia humana que ha engendrado este conflicto”.
Fuente: Guinguinbali
En 2004 Naciones Unidas desistió de elaborar planes para que las partes cumplieran con los mismos y optó por dejar a Marruecos y la RASD que negociaran y acercaran posiciones ejerciendo únicamente como supervisores, junto a Argelia y Mauritania, convidados que no han sido de piedra. Pero ambas partes mantienen posiciones que Naciones Unidas considera que son excluyentes y además Ross mantiene que “una de las partes ha elaborado un plan propio alejado de las propuestas que hacía Naciones Unidas para la resolución del conflicto”.
La primavera árabe y la “ausencia de una crisis inminente priva a este conflicto de la atención de la comunidad internacional”, según Ross, por lo que el mismo “no puede seguir estancado en el tiempo”. El Sahara Occidental, “una ex colonia de España del tamaño de Gran Bretaña”, deberá canalizar su futuro a través de “la gestión de los recursos naturales y el desminado del territorio”, según Ross como primeras medidas para avanzar hacia una solución definitiva. La política quedaría relegada a una solución más económica y de seguridad. El referéndum pasaría a ser menos importante que el titular del contrato.
Para la región, el riesgo es “una escalada militar y la posibilidad del aumento de la actividad terrorista”
Naciones Unidas duda, según reconoce Ross en la entrevista ofrecida en la web de la propia organización, en que aún “está por ver si este enfoque provoca movimientos en el tema central de discusión”. El enviado especial de la ONU para el Sahara Occidental asegura que “la ausencia de solución ha impuesto crecientes riesgos y costos para ambas partes y para el Magreb”.Para las partes, siempre en palabras de Ross, “el riesgo es la renovación de hostilidades, el brote de descontento popular y el reclutamiento de saharauis frustrados y desempleados en grupos terroristas y criminales”. También menciona que hay costos “humanitarios para los refugiados y violaciones de los Derechos Humanos, además del gasto que supone mantener a las fuerzas militares”. Pero sobre todo, Ross hace énfasis que uno de los mayores costos para las partes y para la comunidad internacional es “la incapacidad para planificar el uso de los recursos naturales del Sahara Occidental de una manera apropiada”.
Para la región, el riesgo es “una escalada militar y la posibilidad del aumento de la actividad terrorista”, algo que le preocupa, pero vuelve a poner en el centro el argumento económico: “Se pierden beneficios la falta de integración económica”. Ross cita la caída de Gadaffi como fuente de recursos militares en la zona.
“Hay personas que piensan que el conflictó aún no está maduro”, asegura Ross, aunque los acontecimientos recientes “podrían alentar a las partes a iniciar un proceso más serio de negocicación”. Argumenta Naciones Unidas que han detectado “más descontento en los jóvenes” y también más activismo por “la unidad del Magreb”, hechos que considera que pueden desatascar el entuerto.
El referéndum pasaría a ser menos importante que el titular del contrato.
A finales de febrero Naciones Unidas trasladará estas ideas a ambas partes en las negociaciones previstas en Long Island, Estados Unidos. Ross culmina la entrevista pidiendo a la comunidad internacional que “no es suficiente seguir hablando del conflicto sobre posiciones fijas, el pueblo del Sahara Occidental, en los campos de refugiados o en el propio Sahara Occidental deberían disfrutar de todos los Derechos Humanos, incluidos la libertad para expresar sus opiniones sobre su futuro”.Del resto de países del Magreb Ross espera que de una vez por todas vean “los beneficios para todos y ayuden a encontrar una solución a la tragedia humana que ha engendrado este conflicto”.
Fuente: Guinguinbali
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