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El hijo de Gadafi propone negociar con los rebeldes ante el repliegue de las  fuerzas del régimen
Saif el Islam, el hijo de Muamar Gadafi ha admitido a última hora del viernes  que el conflicto en Libia ha dado un giro negativo para el régimen. El hasta  ahora considerado sucesor de Gadafi reconoce que su ejército está empezando a  replegarse en el oeste del país y ha llamado a negociar con los rebeldes que  controlan ya amplias partes del país.
La invitación a un alto el fuego ha sido depositada sobre la mesa. En una  conversación en Trípoli con periodistas extranjeros invitados por el Gobierno,  Saif ha declarado: "En Musratha, en Zauiya, tenemos un problema. Estamos  tratando con terroristas... El Ejército ha decidido no atacarles y darle una  oportunidad a las negociaciones. Con suerte, conseguiremos hacerlo de forma  pacífica, y será mañana".
 Señales contradictorias
 Esta inesperada reacción llega solo unas horas después de que Muamar el  Gadafi escenificara una muestra de fuerza al aparecer en la plaza Verde de  Trípoli y ofrecer un discurso a una multitud de seguidores, a la que ha llamado  "a defender Libia y sus intereses petroleros". "Triunfaré sobre los enemigos",  aseguró Gadafi en la primera aparición pública ante sus fieles desde que comenzó  lrevuelta -el tercer discurso esta semana-, transmitida en vivo por la televisión  estatal y con la que pretende mostrar al mundo que aún cuenta con respaldo en el  último reducto donde mantiene todo el poder, tras haber perdido terreno en el  oeste y algunas zonas del este del país. El discurso de Gadafi se ha producido  mientras en algunos distritos de la capital libia se han registrado  enfrentamientos entre manifestantes opositores y las fuerzas de seguridad que  han dejado al menos cinco muertos, según testigos.
 "Vamos a responder a todo extranjero, como hemos hecho antes en el pasado",  ha dicho Gadafi. "Esta es la fuerza del pueblo libio...Si quieren pelea, tendrán  pelea", ha agregado Gadafi desde la plaza Verde, en el centro de Trípoli. Miles  de personas, portando pancartas y banderas de la Libia de Gadafi, alentaban al  líder con gritos de apoyo. En un discurso incendiario, el líder libio ha dicho  que está dispuesto a dar armas a sus seguidores para aplacar la revuelta: "Con  el pueblo armado, podemos derrotar todas las agresiones. Cuando sea necesario,  abriremos todos los depósitos de armas al pueblo de Libia. Libia se convertirá  en una llamarada roja", ha dicho.
Gadafi ha decidido refugiarse en Trípoli por lo que policías y soldados en  gran número han bloqueado los accesos entre el aeropuerto militar de Mitiga y la  capital y están haciendo requisas a los coches, según han contado testigos a  Reuters. Otros pobladores hablan de que algunas áreas de la capital libia están  bajo control de los opositores. Pero "otras áreas, principalmente las que rodean  la zona de Bab al Azizia están bajo el control de los partidarios de Gadafi y de  sus fuerzas de seguridad", ha dicho un residente de esta zona, que manifiesta  que es "muy peligroso salir de Trípoli".
 La policía ha disparado hoy contra una manifestación antigubernamental en el  distrito de Janzour, en el oeste de Trípoli, causando la muerte a al menos cinco  personas, según dijeron testigos a la agencia Reuters. Mientras en el distrito  de Fashlum, en el este de la capital libia, las fuerzas de seguridad han  realizado disparos al aire al tiempo que opositores gritaban lemas contra el  líder Muamar el Gadafi. La situación en Trípoli es "crítica" según ha informado  a través de Twitter el Movimiento Juvenil Libio.En la capital, informa ese grupo  opositor, se están registrando "disparos, lanzamiento de gases lacrimógenos y  arrestos" y que la gente está fuera de sus casas en unas protestas en las que  también están participando mujeres. Según testigos consultados por EL PAÍS en Trípoli, las fuerzas de  Gadafi "tiran a matar".
 Hoy es día de oración en Libia y las fuerzas de seguridad han sido  desplegadas en torno a las mezquitas de Trípoli para reprimir las protestas. La  cadena Al Yazira también informa de "intensos tiroteos" en el barrio de Yumhuría  y en un sector de la capital donde se instala los viernes un mercado  popular.
 En las últimas 24 horas, la violencia se ha apoderado de las afueras de  Trípoli, pero esta mañana ha llegado a distritos de la ciudad. Testigos cuentan  que cerca de la mezquita de Slatnah, en Janzour, cantaban lemas como "con  nuestras almas, con nuestra sangre protegeremos Bengasi".
 Gadafi pierde el control de varias partes del país
 Las fuerzas de seguridad libias han tratado de recuperar el control del  poblado de Zauiya, a unos 50 kilómetros al oeste de la capital, pero han sido  repelidos por opositores al Gobierno, según los testigos. Esta ciudad  estratégica, sede de una terminal petrolera en la autopista principal hacia  Trípoli, se ha convertido en el centro de enfrentamientos entre fuerzas leales a  Gadafi y civiles -algunos de ellos armados- que quieren la caída del líder libio  tras 41 años en el poder.
 Zauiya recibió ayer un duro castigo por su rebelión. Fuerzas  especiales de Gadafi y los mercenarios africanos del casco amarillo -ya célebres  entre los libios por su crueldad- atacaron sin piedad a los habitantes de  Zauiya, último punto en el mapa antes de llegar a Trípoli, donde se esconde  Gadafi. Algunos testigos hablaban de que los matones dispararon con  ametralladoras pesadas y lanzaron granadas. Los ataques dejaron 100 muertos,  según el canal de televisión catarí Al Yazira.
 Gadafi, como ha reconocido su hijo, ha perdido el control del este, una vez  esfumados, detenidos o muertos los soldados y mercenarios que sembraron el  terror durante días. Los leales al tirano contraatacaron ayer en una ciudad del  oeste cercana a la frontera con Túnez, y en Musratha, ciudad a un centenar de  kilómetros al este de Trípoli que a última hora del jueves Reuters aseguraba que había caído del lado de los rebeldes. La del  Gobierno "es una acción desesperada", comentaban algunos rebeldes en Libia  oriental, una zona liberada ya de la presencia del régimen. Pero Gadafi -también  los dictadores tunecino y egipcio se aferraban al poder antes de su fuga o  dimisión- parece dispuesto a no rendirse y acumula tropas y congrega a sus  matones en la capital.
 Los enfrentamientos armados en el occidente del país entre los recién  constituidos consejos populares y las fuerzas del coronel sirvieron ayer de  preludio para lo que se aventura como el episodio final del dictador: la batalla  de Trípoli. El enfrentamiento decisivo puede comenzar hoy mismo, viernes, el día  santo del Islam, la jornada en la que invariablemente la oposición egipcia  golpeó con más fuerza al régimen de Hosni Mubarak. Las protestas en la capital  libia a partir de esta mañana ya se han anunciado.
 Los 200 kilómetros de carretera que conducen hasta Trípoli desde la frontera  con Túnez siguen controlados por soldados y brigadas especiales del Gobierno  libio, según los testimonios de los refugiados que salen del país por el paso  fronterizo de Ras el Ajdir. Sin embargo, varios pueblos y ciudades -entre ellas,  Zuara, Sabratah y Zauiya- continúan desde el miércoles tomadas por los  ciudadanos.
 Un dictador encerrado en sí mismo
 El dictador, cada vez más encerrado en sí mismo y en su verborrea, hizo ayer  otra declaración por teléfono en la televisión pública, la tercera desde que  empezaron las protestas el 15 de febrero. Gadafi abandonó el gesto duro que  había protagonizado su discurso del miércoles y lo sustituyó por uno  paternalista, más conciliador, pero que rozó lo demencial. "Son jóvenes de 17  años a los que les dan píldoras alucinógenas con las bebidas, la leche, o el  Nescafé", dijo el gobernante libio refiriéndose a los ciudadanos que  protagonizan la revuelta. Gadafi llamó "hijos de Libia" a los muertos que está  dejando la revolución, aseguró que Bin Laden estaba detrás de la revuelta y  pidió calma. Así despachó la semana en la que su país se ha levantado contra su  tiranía. "Quien rinda las armas y muestre arrepentimiento no será perseguido  legalmente. Los comités de la revolución [uno de los baluartes del régimen]  llaman a cooperar a los ciudadanos y que informen sobre aquellos que han  dirigido a los jóvenes o les han dado dinero, equipos, o los han intoxicado con  píldoras alucinógenas", clamó Gadafi, quien todavía habla como si los alzados  fueran un grupo que obedece consignas de turbias manos negras. El sátrapa negó  que fuera posible ver en Libia lo que se ha visto en Túnez y Egipto, y apeló a  su coletilla habitual de que "el poder está en manos del pueblo". "Bin Laden,  ese es el enemigo que está manipulando a la gente".
 En Shahat, en el este de Libia, los ciudadanos recibieron sus palabras con  indignación y gritos de "carnicero" y "asesino". Muchos de los rebeldes libios  que controlan el este del país protestaban contra lo que consideran una  intoxicación para confundir a los países occidentales y especialmente a Estados  Unidos. "Nosotros no somos terroristas, somos hombres que queremos libertad y  una vida digna", señalaba Moafer, un ingeniero eléctrico de 24 años de  Darna.
 En la radio local, un grupo de hombres y algunas mujeres emiten cada día los  avances de los revolucionarios en la zona. "Hasta hace unos días todo estaba  bajo el control del Estado, no podíamos hablar de democracia, ni de nada que no  fuera la vieja revolución de Gadafi y de él mismo. ¿Y ahora dice que somos de Al  Qaeda? Míranos, ¿parecemos terroristas?", interpelaba el hombre.
 El avance de los rebeldes
 El creciente asedio a Gadafi, no obstante, no se ha completado todavía. Según  varios medios, en Sirte, ciudad natal del dictador, el Gobierno mantiene el  control. Pero las cruciales instalaciones petroleras de Ras Lanuf y Marsa el  Brega, en las cercanías de Bengasi, ya están en manos rebeldes. En cualquier  caso, el negocio del crudo ha comenzado a resentirse del efecto de  los enfrentamientos: la extracción en el país magrebí ha descendido a menos de  la mitad de los 1,6 millones de barriles diarios que bombeaba antes de la  crisis, según cálculos de analistas del Barclays Capital o Goldman Sachs.
 Las noticias que llegan desde Trípoli hasta la frontera siguen siendo  confusas, pero todas apuntan a la creciente soledad de Gadafi, recluido en  palacio. Un tunecino que llegó a Ras el Ajdir relató así la situación que se  vivía en la capital: "Hay tiroteos y muchos muertos en las calles. Gadafi ya no  tiene soldados. Los únicos que están con él son los mercenarios africanos y sus  brigadas". La bandera verde del régimen de Gadafi ondea ya solo en los lugares  que sus tropas controlan, y el conflicto parece haber asumido ya irremediablemente un cariz  tribal, con lealtades basadas en la procedencia regional y lazos de sangre  (por ejemplo, a Gadafi le apoyan principalmente los miembros de los clanes  Gadafa y Magarha, mientras que le da la espalda el resto del país, una  heterodoxa mezcla social dentro de la que destaca la tribu Warfallah). Allá  donde los rebeldes han conseguido hacerse con el poder, la antigua enseña  tricolor -ornada con la media luna y la estrella- ondea al viento. El rojo, el  verde y el negro son el emblema predominante en el este, casi completamente  controlado por los rebeldes, a pesar de que en la región permanecen  simpatizantes del régimen y la alerta no disminuye en los puestos de control de  carretera.
 Algunos bancos de Tobruk abrieron ayer después de que durante la madrugada  llegara dinero desde Bengasi, ciudad totalmente en poder de los alzados. "Aunque  no se puedan pagar los salarios, vamos a intentar asegurar unos 200 dinares por  persona para que la gente pueda seguir comprando comida", explicaba Mohamed  Saleh, uno de los líderes del comité ciudadano que controla Tobruk. Pero incluso  en las zonas rebeldes, donde se intenta mantener cierto orden, sigue habiendo  "elementos incontrolados", explicaba Saleh.
 Tal como sucedió en Túnez durante el alzamiento, en enero, contra el dictador  Zine el Abidine Ben Ali, estos comités de ciudadanos improvisan para tratar de  organizar la vida cotidiana en las ciudades, aunque su principal cometido es  garantizar un mínimo de seguridad en las calles.
 Preocupación internacional
 En el resto del mundo crece la preocupación por la deriva del conflicto. A  nadie le interesa que el país termine enredándose en una cruenta guerra civil.  Obama llamó ayer a Sarkozy y Cameron para analizar una  actuación conjunta y "posibles medidas multilaterales". Especialmente preocupada  está la UE. Bruselas vivió una jornada de compás de espera en la que Hungría,  como presidencia de turno, reveló que para evitar un hipotético éxodo de  refugiados hacia Europa, la UE potenciará todos los medios para atender a  quienes huyen a través de las fronteras con Túnez y Egipto. Para empezar, la UE  habilitará centros de acogida de refugiados.
 Mientras tanto, la última ocurrencia de la familia Gadafi, en este caso del  hijo del tirano Saif el Islam, fue invitar a los medios de comunicación a una  especie de tour, no se sabe si en avión o por tierra, para que vean por sí  mismos que todas las imágenes que están llegando del conflicto son falsas. "Que  vengan, que vengan y vean que aquí no está pasando nada", dijo negando lo  evidente. Este periódico habló ayer por teléfono con un libio que se identificó  como periodista y que aseguró que el Gobierno está elaborando una lista de  medios para dejarles entrar en el país.
 Pero el aparente aperturismo de Saif al Islam casa mal con las interferencias  que padecen los satélites de la compañía Thuraya, que ayer aseguró que  emprenderá acciones legales contra Libia por impedir la prestación del servicio.
Fuente El Pais