El mensaje del pueblo marroquí es claro: ya ha sonado el toque de difuntos de la hipermonarquía. Monarquía parlamentaria, constitución democrática y ruptura con la clase política actual fueron los principales lemas de la manifestación del 20 de febrero.
(Nota del traductor: Majzén es una palabra árabe que significa almacén y que designaba antiguamente al Estado marroquí y en la actualidad a su oligarquía o gobierno en la sombra).
“¡El pueblo exige una nueva Constitución!”, coreaba la marea humana que invadió las calles de Marruecos el domingo 20 de febrero. Por primera vez en la historia del país, los ciudadanos salieron a las calles para poner en cuestión, no ya su eficacia, sino la naturaleza misma del sistema político imperante.
Durante la rueda de prensa celebrada el lunes 21 por la mañana, Taïeb Cherkaoui, ministro de Interior, aseguró que 59 prefecturas y regiones se sumaron a la protesta. Sin embargo, según él, el número de manifestantes no pasó de 37.000. Igualmente, informó de la detención de 120 personas durante los enfrentamientos que se produjeron en diferentes ciudades del Reino y provocaron daños materiales.
La tasa de participación adelantada por Cherkaoui está muy por debajo de las cifras expresadas por los coordinadores del Movimiento, que hablan de 277.500 personas en todo el país y en el extranjero. Lo que está claro es que la movilización ha sido masiva para este Día de la Dignidad. Ciudadanos de todas las edades y clases sociales bajaron a las calles para expresar su
PROPAGANDA Y ‘BALTAGUIYA’
Pacíficas en la mayoría de las ciudades, algunas manifestaciones degeneraron en enfrentamientos con las fuerzas del orden, actos de vandalismo y pillajes. Según el ministro del Interior, se trata de actos que ocurrieron tras las manifestaciones, atribuidos a “delincuentes” y “drogadictos”. Los manifestantes, aunque no excluyen la posibilidad de que hubiera algún exaltado, sospechan que fueron obra del propio Estado para desacreditar la movilización popular. No sería la primera vez que la máquina de manipulación marroquí interviene.
La víspera del Día J, un despacho de la agencia oficial MAP, divulgado por las cadenas de televisión nacionales y por los medios próximos al poder, llegó a anunciar la suspensión de las manifestaciones del 20 de febrero por parte de los propios organizadores. El régimen marroquí ha desplegado su poderoso aparato de propaganda a todos los niveles para intentar debilitar la protesta.
Tras poner en marcha una campaña de difamación contra los organizadores, las autoridades marroquíes pasaron a las amenazas telefónicas, las intimidaciones y luego las detenciones de jóvenes del Movimiento. El domingo, los medios de transporte fueron bloqueados en numerosas ciudades para impedir a los ciudadanos llegar a los lugares de reunión previstos y las comunicaciones telefónicas fueron interrumpidas.
¡VIVA EL PUEBLO!
En algunas ciudades, los vecinos denunciaron la presencia de baltaguiya del régimen, la misma estrategia empleada por Ben Ali o Mubarak, encargada de crear problemas y atemorizar a la población. La manifestación de Rabat se desarrolló en un clima pacífico pese a la discreta presencia de las fuerzas del orden. Sin embargo, un puñado de estos mercenarios intentó unirse a la marcha para desvirtuar el mensaje de los manifestantes. “¡Viva el pueblo!”, les gritaron los jóvenes del Movimiento.
Entre los lemas de la marcha destacó el de “Fuera Mohamed VI”, pero los símbolos más significativos de su reinado también fueron fustigados de manera unánime por la multitud: “¡Fuera Majidi!”, “¡Fuera El Himma!, “¡Abajo el Mazjén económico!”, “¡Abajo el PAM!”, “¡Abajo ONA/SNI!” . Mounir Majidi, el secretario particular del rey, fue particularmente criticado por los manifestantes. Aquel al que llaman el Sakhr Materi marroquí gestiona la fortuna personal del rey, cuyos contornos se confunden con los intereses económicos nacionales. Fouad Ali El Himma, el mejor amigo del rey y líder del PAM, partido de Palacio y depredador de la escena política. Dos pilares del régimen de Mohamed VI, desconocidos para el gran público hace una década, a quienes los marroquíes no quieren ver más en las altas instancias del Estado. “Sí al Estado de las instituciones, no al Estado-Mazjén!”, aseguraba otro eslogan.
MOHAMED VI: LA BARAKA NO ES SUFICIENTE
(Nota del traductor: La palabra árabe baraka significa «bendición» divina. Se emplea en francés y español con el significado de «suerte providencial». En general se dice que alguien «tiene baraka» cuando ha superado favorablemente una situación muy peligrosa)
Los observadores de la escena política marroquí consideran que estas manifestaciones son un punto de inflexión histórico. Por primera vez, una masa crítica de personas reclama de manera unánime una refundación del sistema monárquico, último tabú político en Marruecos. Durante la tarde del domingo, numerosos rumores aseguraban que el rey tenía intención de dirigirse a la Nación para anunciar reformas. Sin embargo, por ahora, nada indica que el monarca tenga la intención de responder a las reivindicaciones expresadas por la población.
El trono alauita reina en solitario desde hace más de tres siglos. Mohamed VI, con un aire falso de modernidad, no ha cedido ni una pizca del poder absoluto heredado de sus antepasados. ¿Sabrá el rey responder a las demandas de su pueblo o se seguirá refugiando en la caridad paternalista de un déspota ilustrado? Los próximos días lo dirán.
Fuente Guinguinbali
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