domingo, 6 de febrero de 2011

El secretario del partido de izquierda marroquí cree que Marruecos necesita una revolución

Abdalla El Harif, secretario general del partido de izquierda marroquí, visitó Madrid la semana pasada para asistir a un homenaje a Abraham Serfaty, el veterano activista marroquí que murió en noviembre.

¿Las condiciones sociales que han desatado protestas en Túnez, Egipto y otros países del norte de África son las mismas que en Marruecos?

Creo que lo que pasa en Túnez y en Egipto se debe a varias cosas que afectan a toda la región: una serie de políticas de corte neoliberal, tras un programa de ajuste estructural del FMI, que ha conducido al empobreciendo de las clases populares y a recortes de servicios públicos. Esto ha perjudicado especialmente a los jóvenes. Hemos visto la liquidación de la enseñanza, sobre todo la enseñanza universitaria. Los jóvenes están sufriendo porque tienen muy pocas oportunidades de empleo. Y eso es un problema general que ocurre en todos los países del Magreb y en Medio Oriente. A primeros de los años noventa se creó en Marruecos una asociación de parados con título universitario para protestar contra una altísima tasa de paro juvenil que afecta más a licenciados que a trabajadores no cualificados. En Rabat en estos momentos hacen manifestaciones casi cada día en la calle. Esto es un problema regional. La corrupción, también. Nadie tiene una democracia de verdad. Y hay pillaje de la riqueza por parte de una clase dominante.

Si las condiciones son iguales, ¿puede ocurrir lo mismo en Marruecos que en Túnez?

Pues no necesariamente. Porque hay matices. En Túnez había un régimen de partido único y una fuerte represión policial. Es lo que teníamos en Marruecos hasta los años noventa. En Marruecos hemos tenido avances democráticos, aunque conviene tener en cuenta que estos no son irreversibles. Por ejemplo, hace unos años teníamos una prensa independiente bastante fuerte que criticaba el poder. Pero ha sido amordazada en los últimos tiempos de manera indirecta, utilizando dinero, con juicios de por medio, etcétera. Muchos periódicos se han visto forzados a cerrar. Pero por lo general hay más libertad en Marruecos que en Túnez antes de la revolución. Hay derecho a protestar, derecho de huelga, a hacer sit-in (ocupar fábricas). Aunque eso es todo. Es decir, tenemos el mismo empobrecimiento, la misma corrupción, el mismo despilfarro de bienes públicos, pero existen diferencias en el plano político.

¿Y eso hace más difícil o más fácil que haya una movilizacion popular como la tunecina?

En Marruecos va ser un poco más difícil llegar a un movimiento del tipo que hemos visto en Túnez. En Túnez el régimen había conseguido provocar un rechazo unánime en su contra. Todo el mundo estaba en contra, incluso la burguesía, porque las familias de Ben Ali y de su mujer habían empezado a apoderarse de toda la riqueza del país. Como una auténtica mafia. En Marruecos también tenemos un poco de eso, hay más sectores cooptados. Tenemos un gran grupo empresarial, ONA, que es propiedad del Rey y de su familia. Es difícil hacer pronósticos en Marruecos: es una democracia formal, aunque no es real. Hay una enorme ira contra el poder y contra la miseria, pero no se puede prever cuál será el desenlace. Hay grupos de activistas muy activos presionando en favor de la democracia. Yo mismo estuve diecisiete años en la cárcel. Aunque las cosas van un poco mejor, todo el mundo que habla de castigar las violaciones contra los derechos mantiene un espíritu de venganza. En Marruecos hay algo de progreso, pero no es una democracia de verdad ni una dictadura: yo lo llamo una democradura (dictablanda).

Volvamos a la comparación de Túnez y Marruecos. ¿Los mayores avances democráticos en Marruecos dejan sin sentido que estalle una revolución?

Es difícil responder a esta pregunta porque depende del sistemapolítico. Hubo mucha esperanza con el nuevo Rey. Pero finalmente no ha habido progreso y la esencia del poder sigue siendo déspota, un poder absoluto. El Rey decide la política general del Estado, el ejército, la seguridad, las instituciones públicas. Es decir, que yo soy pesimista y creo que en Marruecos sí hace falta una revolución. Que ésta sea pacífica o violenta dependerá de la inteligencia de los diferentes componentes del Estado.

¿Los jóvenes se van a ver inspirados por Túnez y Egipto?

Sí. Esos dos países ejercerán una influencia muy importante. En la revuelta tunecina los jóvenes han jugado un papel importantísimo que no han jugado ni los partidos ni los integristas. Ha sido una revolución espontánea de los jóvenes. Ese sentimiento existe en Marruecos entre los jóvenes que no han vivido la lucha por la independencia. Creo que hay más corrupción allí que en Túnez, pero en Marruecos es más difusa.

¿Habrá protestas a través de redes sociales, Facebook,... o mediante los partidos tradicionales como Vía Democrática?

Por ambos canales. Porque tenemos ciertas libertades. No tenemos que trabajar en la clandestinidad. Pero estamos bloqueados porque no tenemos acceso a los grandes medios ni el apoyo del Estado como otros partidos. Tenemos muchos problemas para convocar un mitin, una conferencia. No llegamos al gran público. Pero tenemos mucha influencia entre determinados sectores, en sindicatos, entre los universitarios, los parados licenciados. Pero un marroquí que sólo se informa por la televisión jamás nos va a ver. Aún así, estamos muy presentes en las luchas por los derechos, por ejemplo entre quienes luchan por un vivienda digna.

Fuente La Vanguardia

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