jueves, 24 de febrero de 2011

Polisariofobia racista de Javier Valenzuela y Juan Goitisolo: Valenzuela arremete contra el movimiento solidario con el pueblo saharaui en España

Yo pensaba que con la que está cayendo en el Magreb, muchos de estos columnistas que afirman su afinidad con Marruecos desde supuestas posiciones de izquierda (Valenzuela, Goitisolo...) estuviesen a la vanguardia de las reclamaciones democráticas en Marruecos. Pensé que estarían firmando manifiestos por la democratización inmediata de nuestros vecinos. Que serían portavoces en la península de los que agitan la bandera del cambio. Pero resulta que estoy equivocado, en lugar de demandar libertad y democracia lo único que hacen es lo único que sabe hacer la Agencia MAP, es decir, propaganda anexionista y arremeter contra la solidaridad española hacia el pueblo saharaui.
Supuestamente incomprendidos por ese vulgo de masas propolisaria con ramalazos colonialistas y morófobos que actúa más con componentes emocionales que criterios racionales; estos intelectuales autoproclamados de izquierda pretenden hacernos comulgar con ruedas de molino.
Somos racistas porque pedimos que se respeten el derecho a decidir de los saharauis reconocido por la ONU. Según él, exigir que se respete su voluntad es racismo y morofobia. Habla el Sr.Valenzuela de acuerdo entre las partes pero acota el debate de dicho acuerdo en torno a lo que a él le conviene (la autonomía marroquí). Habla de colonialismo en los demás pero el Sr. Valenzuela pretende tutelar la negociación y el diálogo sobre el Sáhara para orientarlo hacia donde le interesa. ¿Acaso los saharauis no son adultos? Sr. Valenzuela, el Polisario negociará lo que considere que es mejor para su pueblo y no lo que usted pretende. ¿Quién es usted para decir lo que hay que negociar o no? Tenga un poco de respeto por otros pueblos, y deje de pronunciar tantas incoherencias juntas.Decir que los promotores del campamento de Gdaim Izick no reivindicaban la autodeterminación sino mejoras económicas y sociales es una obviedad que todos sabemos. A la vista del resultado final quién no parecía tenerlo claro era el gobierno marroquí.
Habla usted de que esa juventud del territorio ocupado pueda rebelarse contra el Frente Polisario ¿Qué sentido tiene eso? ¿No es el estado marroquí el que los oprime? ¿el que no le dá oportunidades? ¿Que pinta el Polisario en eso?. Sr. Valenzuela respete el derecho de los saharauis a decidir su futuro que ya son mayorcitos. ¿Que pretende?¿ Aplicar a los saharauis el mismo precepto franquista que afirmaba que los españoles no valían para la democracia?Creo que el "colonialismo franquista" al que tanto alude lo quiere aplicar usted al pueblo saharaui. Sinceramente, en este asunto no soy capaz de percibir su izquierdismo.











Una mirada desde la izquierda al mundo árabe y al Islam de hoy (III)
Marruecos y el Sahara. ¿Y ahora qué? Una opinión a contracorriente . (Ver en PDF)


Ignacio Muro. Me queda un único tema, que no podía obviar, que es el conflicto del Sahara. Porque a la vista de lo que ha ocurrido ahora, me pregunto si no debemos de reinterpretar las luchas de noviembre pasado en el Sahara como un anticipo de lo que ha pasado después en Túnez y Egipto y el resto de los países árabes. Por un lado, tenía unos componentes claramente generacionales, de gente joven, por otro, destacaba su carácter social, reclamaban trabajo y unas condiciones de vida dignas, y, por último y por encima de todo, reclamaban libertad. Eran demandas y eran formas de lucha que desbordaban, en mi opinión, los rasgos asociados (territorio, referéndum, independencia) que ha caracterizado a la lucha de sus mayores, los dirigentes del Polisario. Por todo ello, me parece que “aquello” fue ya un anticipo de “esto”, una lucha de nueva generación. ¿Compartes el análisis?

Javier Valenzuela. Tienes toda la razón del mundo. Ya hubo entre los mejores especialistas y periodistas que cubrieron los acontecimientos del Sahara quienes dijeron: no se trata de un alzamiento nacionalista, se trata de un alzamiento juvenil generacional y social, que reivindicaban lo que ahora reivindican los jóvenes árabes: dignidad y trabajo, dignidad y democracia. Yo creo que sí que podemos contemplar la emergencia de un movimiento nuevo ciudadano saharaui que, sin duda hay que apoyar mucho, pero que chocará, tendrá que chocar, con la vieja guardia del Polisario. Porque, aunque duela a buena parte de nuestra izquierda, también aquí estamos hablando de dirigentes que son verdaderos autócratas, que llevan ahí 35 años sin que nadie los haya elegido.

IM. Vayamos al fondo del asunto. Tu defiendes una posición a contracorriente de la línea dominante en España. En lugar de optar por la defensa de la independencia, apoyas una tercera vía que defiende una amplia autonomía para el Sahara dentro de un Marruecos libre y pluricultural. En estos dos meses, la posibilidad de un cambio democrático en Marruecos, tambien en Marruecos, se hace patente. ¿Se fortalece en estas circunstancias esa tercera vía o, por el contrario, da alas al Polisario y a la lucha por la independencia?

JV. Más que nunca, la tercera vía es la solución.

Yo no estoy de acuerdo con lo que ha dicho nuestra ministra de exteriores, Trinidad Jiménez de que Marruecos ha hecho todas las reformas, no, en absoluto, está lejos de eso. Entonces sin un Marruecos razonablemente democrático y descentralizado, la autonomía para el Sahara no es creíble ni verosímil, no se la van a creer ni los saharauis de buena fe ni la opinión pública internacional. Cuando el poder marroquí maneja esa fórmula, una tercera vía entre la independencia y la integración absoluta, sin más, pues puedes decir, estoy de acuerdo, ese es el camino, lo que pasa es que, tal como tienen ustedes el reino en estos momentos, sin democracia plena, eso no es creíble ni posible.

Marruecos tiene una oportunidad ahora, estos días, estas semanas, meses cortitos para iniciar reformas democráticas, reformas descentralizadoras y plantear las soluciones del problema del Sahara en ese marco. El rey Mohammed VI tiene una oportunidad para afrontar ahora las reformas que lleva más de una década ofreciendo, un programa que debe incluir, como en el resto de la zona, reformas sociales y económicas muy importantes incluidas las fiscales de las que hablábamos antes, capaces de sostener unas mínimas prestaciones sociales y unos servicios públicos de calidad.

IM. Esa posibilidad puede madurar rápidamente bien porque la gente se levante, como ha ocurrido en Túnez y Egipto, o bien por iniciativa del poder marroquí. Pero, para ello hay que estar mentalmente preparado. En lo que respecta a España, que sigue siendo un actor principal, no creo que nuestra izquierda lo esté: es muy probable que se limite a reproducir las verdades eternas del referéndum de autodeterminación, sin más, antes que contemplar una solución basada en la plena democracia de Marruecos. ¿Cuál es la razón? ¿Ves posible que se replantee su estrategia y reenfoque la solución, a la luz de los últimos acontecimientos?

JV. Yo veo una actitud de la izquierda española que es una actitud muy tópica, muy estereotipada que sería, esquemáticamente, la siguiente: “La lucha por la democracia en Marruecos no nos preocupa mucho, ni está en nuestras prioridades, tampoco que siga siendo un régimen semifeudal. Lo que nosotros queremos es que haya un Sahara independiente.”

Se plantea el asunto más en términos nacionalistas que en términos democráticos, pero ¿es eso consecuente? ¿Cuál es lo que la izquierda democrática española debería de apoyar? Yo creo que, en esencia, “democracia arriba y abajo” y no necesariamente la creación de un nuevo estado, porque, utilizando los mismos razonamientos que utilizamos contra los nacionalismos en España, no estamos en los tiempos de creación de nuevos estados. Al contrario, estamos en los tiempos de integración regional. ¿Significa negar con ello el reconocimiento a la personalidad propia de los saharauis? En absoluto. Pero esa identidad no necesita un estado como muy bien sabemos en España.

¿Por qué no valen para Marruecos y el Sahara los argumentos y las soluciones que defendemos para España? Porque, se me dice, las declaraciones de Naciones Unidas hablan de autodeterminación, y yo digo: sí, dicen que se celebra un referéndum de autodeterminación pero no dice las preguntas que tiene que tener ese referéndum. Se le puede preguntar tres preguntas por ejemplo: mantenimiento del statu quo, independencia, o autonomía en un Marruecos descentralizado y democrático. ¿Por qué no desear, defender, que las partes lleguen a un acuerdo de Estatuto en lugar de la independencia?

IM. Quizás se pueda y deba ir un poco más lejos en el debate. Un artículo de Miguel Ángel Aguilar, (El abandono del Sahara, EL PAIS 16.11.2010) apuntaba algo que comparto: que, en realidad, la posición dominante actual de España, tambien la de IU y la izquierda en general, son herederas de las posiciones coloniales del franquismo. Y es que en 1958, en medio del fragor de la independencia en el Magreb, (Túnez se independiza en 1954, Marruecos en 1958, Mauritania en 1958, Argelia en 1962), López Bravo, ministro de Asuntos Exteriores de Franco, inicia un plan que consistía, mientras incorporaba al Sahara como provincia española y aceptaba participar en la Comisión de Descolonización de la ONU, consistía, digo, en crear un estado independiente aprovechando las diferencias entre Argelia, Mauritania y Marruecos.

España era consciente de la debilidad e inviabilidad de ese Estado (75.000 habitantes en 250.000 km2 de desierto) que le convertía en una presa fácil. El plan era, precisamente, incentivar su independencia para construir un estado títere tutelado por la potencia colonial donde “podríamos” maniobrar a nuestro antojo. Estuvimos 20 años, hasta 1975, alentando como potencia colonial esa utopía, por propio interés, para pasar después, a seguir alentándola por otros motivos “ideológicos” que merecen una revisión. Porque también ahora, el Sahara con 200.000 habitantes, o los 300.000 que dice Marruecos, sigue siendo un estado inviable. ¿Por qué no reconocerlo?


JV. Ese era el plan Ignacio, ese era el plan. La construcción artificial de un estado independiente e inviable con el único fin de poderlo controlar y tutelar. Hasta que, en 1975, Hassan II, lo desarmó aprovechando la debilidad de los últimos momentos de la Dictadura. Por supuesto con la intervención de los norteamericanos y de Kisinger en particular.

Pero la voluntad de España era tener una patita en la zona con un estado títere, casi virtual. Y esa es la posición en la que sigue la izquierda española que ha potenciado una red de afectos que parecen descansar en el heroismo de un pueblo cuyos dirigentes le conducen a un proyecto inviable. La izquierda debería ofrecer nuestra experiencia autonómica y ejercer la pedagogía que merece desde la defensa radical de la democracia en la zona.


IM. Con estas palabras y el correspondiente agradecimiento acababa esta extensa entrevista-diálogo a Javier Valenzuela, un verdadero placer que ha permitido, eso espero al menos, enriquecernos como ciudadanos mientras aprendíamos muchas cosas de nuestros vecinos del Mediterráneo y sus luchas.

Al concluir su “puesta en limpio” he sentido, sin embargo, un cierto come-come, como si me faltara una última reflexión sobre España y Marruecos, o mejor sobre los estereotipos sobre los que hemos construido nuestra relativa indiferencia hacia ellos, una indiferencia que entronca con prejuicios racistas de larga tradición histórica a la que, sin duda, la izquierda no es inmune. ¿Sentiríamos la misma alegría ante una revolución en Marruecos como la vivida en Egipto? ¿Qué otros elementos incorporaríamos al análisis asociados al miedo o al rechazo que inspira “el moro”?

No puedo dejar abiertas estas preguntas sin enlazar con Juan Goytisolo y sus “Reflexiones melancólicas a contracorriente” publicadas hace poco en El País. Las mezclo con mis propias reflexiones que incorporo junto a algunos datos tomados de aquí y de allá. Y con esto termino.

Un primer dato: mientras la lucha saharaui tiene un amplísimo apoyo entre la población según el CIS, la misma fuente resalta que el rechazo al inmigrante marroquí suele encabezar las encuestas sobre el racismo. Otro dato: existen en la actualidad según la prensa más de 400 asociaciones pro saharauis en España (incluso en El Ejido), pero ¿cuántas se ocupan en defender los derechos humanos de los inmigrantes magrebíes y subsaharianos en nuestro propio suelo? Un último dato. El último oficial español en salir de El Aaiún lo hizo al grito de: “¡Moros, hijos de puta! ¡Viva el Polisario!”

¿No indica todo esto que en buena parte de nuestro subconsciente colectivo el Polisario ha ocupado el espacio del “moro bueno”, que “habla en cristiano”, que nos permite lavar nuestra conciencia mientras reafirmamos el rechazo al “moro malo” que identificamos con lo marroquí?

Dice Goytisolo que “la santa alianza de la derecha más bruta y de la extrema izquierda que hoy presenciamos muestra el peso abrumador de nuestra herencia”. Y esa herencia “treinta y tres años después… hace que marchen codo a codo en su apasionada defensa de la causa independentista sin que esa extraña convergencia induzca (a la izquierda) a plantearse preguntas.”

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