domingo, 10 de abril de 2011

Algo se mueve en el conflicto del Sáhara Occidental



Robert Zoellick y James Baker trabajaron mano a mano en el Departamento de Comercio de Estados Unidos. Zoellick, para su dictamen sobre la pertenencia o no del Sahara Occidental a Marruecos contó con la opinión de Baker. En Washington aseguran que el nuevo acuerdo entre la UE y Marruecos no debería ser válido en el Sahara Occidental en materia de Cultura, Educación y en lo que a recursos pesqueros se refiere. Sería el primer paso en mucho tiempo hacia la resolución del conflicto. La oposición de Francia, con muchas deudas pendientes, el único escollo.

El origen de lo que hoy se mueve en el Sahara Occidental está en James Baker.

Para Estados Unidos, Marruecos y el Sahara Occidental, lejos de lo que se pueda pensar, siempre ha sido una prioridad. Económica y política. El nombramiento de Baker, en 1997, como enviado especial de Naciones Unidas para el conflicto del Sahara Occidental no fue baladí. Amigo personal de George Bush, padre, fue Secretario de Estado durante su presidencia y participó activamente en la ejecución de la política exterior -y por lo tanto comercial, hablando de Estados Unidos- en Oriente Próximo y tuvo una trascendental misión durante la guerra del Golfo Pérsico. Fue el encargado de organizar la primera conferencia de paz de Oriente Próximo e incluso tuvo como encargo dirigir la desastrosa campaña de Bush en las elecciones que perdió con Clinton.

Fuera de la Casa Blanca, por su experiencia en Oriente Próximo, Naciones Unidas a instancias de su mayor financiador se aseguró que el futuro del Sahara Occidental pasara por un futuro próspero para Estados Unidos en la zona. Los intereses americanos estarían salvaguardados, pensaron los gurús de la economía americana.

Lisboa y Londres fueron las ciudades escogidas para las dos primeras reuniones entre el Frente Polisario y Marruecos, intentando llevar el conflicto a territorio anglosajón, alejándose así del eje hispano-francés que tanto había estancado la situación. Según las actas de aquellas reuniones, consiguió arrancar un compromiso para intentar desbloquear el cconflicto. La clave, en aquel momento, estaba en la identificación de las personas que debían votar por la autodeterminación o no del Sahara Occidental.

Baker ideó dos planes, bien acogidos por el Frente Polisario, aunque el segundo era bastante más conservador y postergaba la autodeterminación a cinco años bajo administración marroquí. Pero Francia se encargó de echar por tierra un plan de viabilidad para la región que no contaba con los deseos expansionistas de la monarquía alauita, que ya había desplegado a su población, policías y militares en territorio saharaui. Y lo que es más importante, a sus empresas.

¿Y qué tiene que ver Baker en todo esto? ¿Qué relación tiene con el informe firmado por Robert Zoellick y que ahora tiene en su poder el Parlamento Europeo, que con total probabilidad se lo hará llegar a la Comisión para que lo usen de base jurídica-comercial para los nuevos acuerdos entre la Unión Europea y Marruecos?

Baker trabajó al servicio de Zoellick antes de que fuera nombrado como enviado especial para el Sahara Occidental de Naciones Unidas. De hecho, Zoellick se basó en las conclusiones remitidas por Baker para elaborar su diagnóstico sobre la pertenencia o no del Sahara Occidental a Marruecos. Y sobre todo, si el acuerdo de libre comercio que poco después de que Baker terminara su misión se firmaría entre Marruecos y Estados Unidos. Parece que Baker realizó una misión para la ONU y paralelamente sirvió a los intereses comerciales de Estados Unidos. O lo que es lo mismo, bajo mandato y sueldo de Naciones Unidas asesoró a su país.

En el seno de la Unión Europea, ahora que se replantean los acuerdos comerciales con Marruecos, también se plantean cambiar la política hacia la integridad que el país alauita presenta como tal y que incluye el Sahara Occidental. En las próximas semanas se conocerán avances al respecto.

De hecho, fuentes de la Oficina de Comercio de Estados Unidos consideran que a la luz del documento firmado por Robert Zoellick y de los acontecimientos recientes, se debería diferenciar entre Marruecos y el Sahara Occidental “en competencias educativas, culturales y de recursos pesqueros”. Excluye, sin embargo, porque son asuntos para una segunda fase de resolución del conflicto Asuntos Exteriores, Defensa, Interior, Seguridad, Moneda y Aduanas. Desde Estados Unidos no se pronuncian sobre los recursos mineros (principalmente el fosfato), pero cabe recordar que Marruecos exportó en los dos primeros meses de 2011 casi más fosfato que en los últimos seis meses de 2010. Este planteamiento no se aleja en absoluto del segundo plan que diseñó James Baker para la ONU y que fue rechazado frontalmente por Marruecos. El problema para poder llevarlo a cabo radica en que debería haber una autoridad saharaui diferenciada de la marroquí para poder negociar en los márgenes. Eso o que Marruecos deje fuera la Educación y la Cultura del plan. Esta opción es factible, pero la piedra en el zapato son los recursos pesqueros del Sahara Occidental de los que Marruecos obtiene un gran beneficio.

Si Marruecos no fuera un interlocutor válido para esta materia, una opción lejana pero cada vez más real, se debería nombrar una figura administrativa por parte de Naciones Unidas que tuviera la capacidad de administrar el territorio hasta que el conflicto se resuelva.

Entre abril y julio de 2011, con total probabilidad el conflicto del Sahara Occidental avanzará más de lo que lo ha hecho en los últimos quince años.

Fuente Guinguinbali

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